Mines & Territory – Mayo 2020

Mines & Territory – Edición de Mayo 2020

Las noticias vienen y van. Con las redes sociales como el medio principal de las organizaciones Colombianas de la sociedad civil para que sus historias sean escuchadas, una historia puede ir viral un día y perderse en la información masiva al siguiente. Minas & Territorio tiene como objetivo registrar y compartir estas historias durante más tiempo que solo un hilo viral. Mines & Territory recopila los eventos más notables que se han producido el mes pasado en relación con asuntos extractivistas en Colombia y los resume en inglés para que la información sea accesible para cualquier persona interesada y cree conciencia internacional de las realidades eco-socio actuales en Colombia.

Colección, resumen, traducción y edición por Jonas Adriaensens, Karlijn Van Den Broeck y Dayana Corzo.

Pueblo fantasma Choropampa: 20 años después del derrame

Autora: Maxime Degroote

 

Pueblo fantasma Choropampa:

20 años después del derrame

 

El 2 de junio del año 2000, un camión con carga de Minera Yanacocha perdió 151 kilogramos de mercurio en la pequeña comunidad de Choropampa, en la provincia de Cajamarca, en el norte de Perú. Veinte años después, el pueblo está olvidado, mientras que sus habitantes siguen muriendo por el impacto del derrame.

El 2 de junio de 2000, las cinco de la tarde. Se escuchan voces fuertes en la calle, gritos. “Todo en frente de mi quiosco es para mí”, exclama Julia Angélica. Un material brillante, claro y de color plomo se desliza como gelatina en la carretera que cruza por el pueblo. “Mami, mami, mira”, se escucha un poco más lejos, “hay algo brillante en la calle y todos lo están recogiendo. ¡Yo también voy!”

Niños se sientan en medio de la sustancia misteriosa, recogen botellas vacías grandes de Coca Cola y Fanta y las llenan con este líquido brillante. Juegan, lo lanzan al aire y corren por debajo, lo ponen sobre su piel. ¿Es oro? ¿Cuánto valdrá? La confusión es grande en la comunidad, pero debe valer algo. Riqueza para Choropampa.

Niños desmayándose

Nada resulta ser menos cierto. Veinte años después nos encontramos en este mismo lugar, en la carretera que conecta la ciudad minera de Cajamarca con Lima, la capital del Perú. La carretera por donde los camiones de Minera Yanacocha pasan diariamente. La carretera donde, hoy hace exactamente 20 años, uno de estos camiones, de la empresa de transporte Ransa contratado por Minera Yanacocha, perdió 151 kilos de mercurio. No oro, sino 151 kilos de mercurio, esparcido a lo largo de 27 kilómetros entre San Juan y Magdalena. Un líquido brillante, pero tan venenoso. Choropampa, en medio camino, sufrió la peor parte. Directa o indirectamente, todos los habitantes de Choropampa, alrededor de tres mil personas, entraron en contacto con el mercurio de Minera Yanacocha.

El mercurio destruyó toda la comunidad. Entró en el suelo, en el agua, en el aire, en las plantas. Las muestras de control de calidad de agua indican que el nivel de mercurio en ella va aumentando con el tiempo. Cada vez se pueden cosechar menos cultivos, y ya nadie quiere consumir productos agrícolas de la región de Choropampa.

Las personas que no llegaron a tener contacto físico con el mercurio lo inhalaron. Y lo inhalan todavía. En climas cálidos, el mercurio que aún está oculto en el suelo se evapora. Y se levanta. La inhalación resulta ser incluso peor que el tacto.

Rompe la membrana protectora del cerebro y causa principalmente problemas con el sistema nervioso. Salomón Saavedra de Choropampa lo confirma. “Cuando hace calor, a menudo ves niños desmayándose en la calle, camino a casa desde la escuela. Se desmayan de todo el mercurio que inhalan. Los llevan al puesto de salud, se recuperan un poco, pero permanecen enfermos. Siguen teniendo los mismos síntomas. Como todos nosotros, por el resto de nuestras vidas”.

También niños nacidos después del desastre tienen problemas de salud muy graves. ©Maxime Degroote

Amnesia colectiva

Horas después del derrame, el puesto de salud en Choropampa se llenó de personas con el mismo tipo de quejas. Sangrado nasal, dolor de cabeza, dolor de estómago, ronchas por todo el cuerpo. La lista de síntomas creció con el tiempo. Pérdida de la visión, dolor de huesos, dolores de las articulaciones, descamación de toda la piel, sangre en la orina, menstruaciones irregulares o falta de períodos menstruales, infertilidad, embarazos ectópicos, niños nacidos deformes, y mucho más.

Nos encontramos en la pequeña sala de la casa de Juana Martínez, presidenta del Frente de Defensa de Choropampa. Cuando le preguntamos si nos puede explicar lo que ha pasado este 2 de junio del 2000, nos lanza una mirada desesperada.  “No me acuerdo… realmente no. Perdemos nuestra memoria debido al mercurio”.

Olvidado. No solamente por las autoridades, la propia memoria de los pobladores se está perdiendo.

Unas diez personas se han reunido en esa misma sala para contar sus historias. Otros no lograron caminar las pocas cuadras hasta ahí, y los visitamos en sus propios hogares. Las historias son parecidas.

Veneno hermoso

“Se veía tan hermoso,” recuerda María Clementina Hoyo Zabreda, “tan hermoso como marcaba la calle. Pero resultó ser veneno. Mira mi cuerpo.” Se levanta las faldas y muestra sus piernas hinchadas. Varias presentes hacen lo mismo. Manos, pies, manchas por todas partes y piel que desaparece.

La pérdida de la visión también es una consecuencia grave del derrame de mercurio. “Todo el pueblo tiene que usar anteojos. Y tiene que cambiar las lunas cada año”, dicen.

Melisa Castrejón Hoyos no estaba en Choropampa en el momento del derrame. No regresó a casa hasta seis días después, para enterarse de que algún tipo de veneno había llegado a su comunidad. Veneno que ya estaba en su casa en una botella de vidrio. “Estaba tan asustada. Tenía tanto miedo de acercarme. Ahí estaba, con mi bebé de sólo dos meses… Ahora mi hijo está prácticamente ciego. No puede leer. Estudia, pero no creo que pueda terminar sus estudios. Igual que la mayoría de los jóvenes en el pueblo”, dice ella.

Esperar

Por el otro lado, Santos Mirando sí se acuerda muy bien lo que ha pasado el día del derrame. Él corrió hacia afuera para recoger el mercurio con sus manos. “Me duele la cabeza. Horrible. Siempre. Y sólo me dan paracetamol. Mi esposa tiembla tanto que a veces está cocinando y hace caer los platos. Mi hija de apenas siete años sufre de dolores insoportables de sus huesos y ya no puede ver. Ella ni siquiera había nacido cuando sufrimos el derrame. Y somos pobres. No podemos hacer nada. Nada, sólo esperar.” Santos se limpia las lágrimas de las mejillas. “Tenemos que seguir nomás.”

Esperar. Eso es lo que queda para todas las personas de Choropampa. Y poco a poco se están muriendo todos. “Mi sobrina se murió por lupus”, cuenta Helena Portilla, “y un poquito después se murió mi hijo. Sólo tenía 23 años. Los médicos le dieron tres meses de vida. Y luego también mi nuera. A la una se sintió mal, a las siete ya no estaba.”

Varias personas de Choropampa se fueron de la comunidad, buscando una vida más saludable por otros lados. Pero nadie se puede escapar de la muerte de Choropampa. Hasta niños y jóvenes nacidos después del derrame, tienen valores altos de mercurio en su cuerpo y problemas graves de salud.

Judith Guerrero Martín tuvo un aborto involuntario. “No puedo quedar embarazada. Y muchas mujeres tienen riesgos severos durante sus embarazos. Hay mujeres quienes tienen un aborto involuntario después de tres, cuatro meses de embarazo. O sus hijos nacen deformados. Cuando perdí a mi hijo, el médico me dijo que era mejor así. Que tenía un embarazo ectópico, como tantas mujeres de aquí tienen. Una amiga mía se murió durante su embarazo.”

Vida triste

El alcalde nos lleva a una casa un poco más lejos. Una nueva cara. Habla en voz baja y cuesta entender sus palabras. Dolor de cabeza, dolor de columna, dolor de los brazos. Ya tres años tiene de esa manera en su silla. Tres años en que no ha podido hacer nada. No puede doblar sus manos, estrechar sus brazos. No puede lavarse, no puede peinarse. Nada puede hacer.

“Mi vida es tan triste”, dice Modesta Pretel. “Ya no puedo hacer nada. No puedo trabajar en la chacra. No puedo cocinar. No puedo tejer. ¿Qué me dicen los médicos? No lo sé. Olvido todo, igual que todos de nosotros. Hasta mi hija, que nació después del derrame, sufre pérdida de memoria.

Justo al lado de donde el camión perdió su carga, encontramos a Imelda Guarniz Ruiz. Ella también sufre por el impacto del mercurio en el pueblo. “Era una mujer fuerte, ¿y ahora? Ya no puedo caminar. Me duelen los riñones. No hay ninguna solución. Como medicinas me dan ibuprofeno y paracetamol. ¿Y eso para que me sirve? Las personas de la mina se burlan de nosotros. Y yo ya no puedo hacer nada. Por donde me siento, tengo que ver quien me levanta”, cuenta. Refuerza sus palabras al llamar a su hijo para ayudarle a pararse de las escaleras donde está sentada.

Imelda Guarniz Ruiz tiene dolores en todo el cuerpo debido al mercurio. ©Maxime Degroote

Cuatro muertos al mes

Las quejas no son nuevas, pero cada año son más graves. Poco después del derrame murieron alrededor de 100 personas. “Médicos de Alemania y los Estados Unidos nos dijeron que después de cinco, diez, quince años todo iba a ser mucho peor”, dice Juana Martínez. Y mira ahora. “En el pasado, se muria una persona cada tres, cuatro años. Ahora se mueren tres a cuatro personas al mes.” El impacto del derrame está más visible que nunca, ahora, veinte años después.

Pasó mucho tiempo hasta que los habitantes de la comunidad se enteraron de qué tan venenoso fue ese líquido brillante. Dos días después del derrame, trabajadores de Minera Yanacocha llegaron a Choropampa, en trajes especiales y con lentes de protección, recuerden los habitantes. Pero no explicaron los riesgos de mercurio a los pobladores. Los empleados de Yanacocha sólo avisaron que habían venido a comprar todo el mercurio, y ofrecieron dinero al pueblo a cambio del mercurio recogido.

Niños corrieron a buscar más mercurio. Cinco, hasta diez soles recibieron, dependiendo de la cantidad de mercurio que pudieron entregar. “Justo había un circo en el pueblo,” cuenta el alcalde Ronald Mendoza Guarniz, “y con cinco soles los niños pudieron hacer mucho. Por un kilo de mercurio les dieron hasta 100 soles. Los niños corrieron con las manos llenas del líquido.”

Sólo una tercera parte de todo el mercurio perdido fue recuperada por Yanacocha. El resto se quedó en Choropampa, en las chacras, en las casas, hasta en las habitaciones.

Las fechas de muertes en las cruces en el cementerio cada vez son más cercanas una de la otra. ©Maxime Degroote

Comprar silencio

El daño ya estaba hecho y las consecuencias irreversibles del desastre pronto se hicieron evidentes. Choropampa cayó enfermo. Y Choropampa protestó. Querían análisis para saber qué les estaba pasando. Quince días después del desastre, se midió el nivel de contaminación en los pobladores.

El análisis mostró claramente que los habitantes tenían valores muy altos de mercurio en la sangre y orina. Pero los resultados de los análisis desaparecieron. Y siguen desaparecidos veinte años después.

Mientras que varios pobladores terminaron en el hospital con los mismos síntomas, Yanacocha regresó a la comunidad acompañada por sus abogados.

Yanacocha ofreció dinero a los habitantes de Choropampa. Cantidades distintas por cada persona. 2500 soles (más o menos 650 euros) para una persona, 5000 (1300 euros) para otra. La cantidad con la cual cada poblador llegó a un acuerdo con Yanacocha. Y con eso compraron el silencio de Choropampa.

Para recibir el dinero, tenían que firmar un documento. Un documento extenso con varias cláusulas, en donde decía claramente que Yanaocha no tenía ninguna responsabilidad en lo que había sucedido, y que ellos sólo pagaban para acabar con las controversias alrededor del derrame. Al firmar, los pobladores de Choropampa se alejaban de sus derechos de reclamar y responsabilizar a Yanacocha por lo que había pasado, o tomar acciones judiciales.

Huellas dactilares

Casi toda la comunidad firmó, la mayoría de los pobladores poniendo su huella dactilar. Ochenta y cinco por ciento de todos los habitantes de Choropampa eran analfabetos, y no podían leer el documento, ni firmar.

El dinero recibido lo usaron para gastos médicos. Antes de que los pobladores pudieran entender el impacto real de los problemas de salud, el dinero ya se les había acabado. No se trataba de unos problemas temporales. Se trataba de problemas de salud para toda la vida, que sólo iban a empeorarse con el tiempo. ¿Pero qué opción tenían? Hasta la ministra de la Mujer y Desarrollo Humano llegó a Choropampa desde Lima para decir al pueblo de no contratar abogados.

Choropampa fue silenciado. Nadie podía hablar. Y durante años sus habitantes estuvieron sentenciados por el documento que firmaron. Veinte años después, el número de muertos por las consecuencias del derrame está aumentando de manera muy rápida, y ahora se sienten forzados a hablar.

No medicinas

Aparte de dinero, los habitantes de Choropampa también recibieron un seguro médico por cinco años de Yanacocha. Un seguro que no sirve mucho en Choropampa.

Justo al lado de donde hace veinte años el mercurio cambió las vidas de tres mil Cajamarquinos, está el puesto de salud de la comunidad. De este puesto, todos están de acuerdo. “Ya hemos perdido la esperanza de ayuda o medicamentos. Lo único que pedimos, son calmantes, analgésicos. Ya no nos vamos a curar.”

Tocamos la puerta del puesto, pero no nos dejan entrar. Mejor regresemos en unos dos días, nos dicen. En ese momento nos van a poder mostrar el puesto.

La mirada del alcalde dice mucho. “No hay nada para mostrarles. Nada. El puesto está vacío. Eso es el problema que ya tenemos desde hace años. No hay medicamentos en el puesto de salud, no hay ayuda. Sólo toman tu pulso y te dan algo para el dolor. Pero estoy seguro que, si Yanacocha sabe que ustedes están aquí, con las cámaras, vienen con un carro lleno de medicamentos. Por eso necesitan dos días hasta poder dejarles entrar.”

El día siguiente recibimos un video de una fuente anónima. Un video del puesto de salud, de ese mismo día. Los estantes están vacíos. No hay medicamentos en Choropampa.

“Estamos muriendo,” dice Helena Portilla, “esta no es vida para nosotros. Estamos olvidados. Pedimos justicia de Yanacocha, pero no pasa nada. Vino, nos contaminó, y nos abandonó.”

También en otras ciudades la población de Choropampa sufre para encontrar ayuda. “Tenemos que mentir. Decimos que somos de Magdalena, o de Cajamarca. Los médicos no ayudan a las personas de Choropampa. No somos nadie.”

El lugar donde hace exactamente veinte años un camion de Yanacocha perdió 151 kilos de mercurio. ©Maxime Degroote

Cementerio lleno

El cementerio de Choropampa se llena de manera rápida. Las fechas de muertes cada vez son más cercanas una de la otra. Dos muertos al mes, tres al mes, cuatro…

El alcalde Guarniz nos mira desesperado. Es joven todavía, era un niño cuando el mercurio llegó a Choropampa. Igual que su esposa. Siete días después del derrame, ella terminó en el hospital por primera vez. Regresó cinco años después. Dos años después otra vez. “¿Y ahora? ¿La llevo al hospital dentro de un año? ¿Y luego todos los meses?”

El alcalde anterior tenía 28 años cuando murió. Lo llevaron a Chiclayo, donde immediatamente perdió la vida. “Esas muertes rápidas son regla, más que excepción. Hoy nos sentimos bien, mañana de repente nos sentimos mal, y baf, nos vamos al cementerio. ¿Qué estamos esperando? Nadie nos ayuda.”

Sólo ochenta habitantes de Choropampa no han firmado el documento de Yanacocha, hace veinte años. Sólo ellos pueden tomar medidas judiciales contra Yanacocha, aunque la mayoría de los casos fueron archivados. Sólo tres casos se han abierto de nuevo.

En veinte años Choropampa ha perdido la esperanza de recibir ayuda. “Ya nos han engañado tanto,” dice Julia Angelica Guarniz Luis, “han pasado veinte años y todavía no pasa nada. Estamos muriendo. Ya se va acabar Choropampa. Sólo nos queda esperar hasta que Díos diga: ´basta´.”

Han pasado veinte años y todavía no hay ninguna solución para Choropampa, el pueblo donde los habitantes siguen muriendo y donde se intoxican más con cada respiración. Es tiempo de que llegue justicia para Choropampa.

Pueden ver el documental “Choropampa, Tierra de Nadie” aquí:

Jaarverslag 2019

Jaarverslag 2019

Benieuwd naar wat we vorig jaar allemaal uitgespookt hebben? Hier kan je CATAPA’s jaarverslag van 2019 downloaden, met onder andere een overzicht van onze activiteiten en projecten in Vlaanderen en Latijns-Amerika en onze vernieuwde missie- en visietekst!

Ecuador: el extractivismo en tiempos de crisis económica y sanitaria (COVID-19)

Ecuador: el extractivismo en tiempos de crisis económica y sanitaria (COVID-19)

Autora: Kim Baert

Ecuador es, después de Brasil y Perú,  el país más afectado por el COVID-19 coronavirus en Latinoamérica. Hasta la fecha (el 14 de mayo 2020) las cifras oficiales han registrado 31,881 casos firmados y 1569 fallecimientos. Estos números son cuestionados desde diferentes ángulos, ya que serían una subestimación de la realidad. Ecuador, como otros países en Latinoamérica, lleva un enorme retraso al examinar el virus en grandes partes de la población, y además, el número de víctimas sería más elevado que el número indicado.

El epicentro del brote del COVID-19 en Ecuador se encuentra en la ciudad portuaria Guayaquil, la segunda ciudad más grande de Ecuador. A finales de marzo aparecieron las primeras imágenes de cuerpos envueltos en plástico, abandonados en las calles y en los contenedores de basura, y en cajas de cartón utilizadas para guardar cadáveres. Estas imágenes chocantes han recorrido el mundo. En marzo, la ciudad contó con más del 70% de todos los casos firmados del país, un porcentaje que desde entonces se ha reducido al 55%. La capital Quito (en la provincia Pichincha) es la región más afectada después de Guayaquil, pero se ha podido salvar mayormente de semejantes situaciones catastróficas hasta ahora.

Foto: Calles en Guayaquil, abril 2020 (Foto © Ivan Castaneira)

Un plan de contingencia sanitaria vs. un malestar económico

El presidente Lenin Moreno se ha encontrado bajo una fuerte presión. Numerosas organizaciones y miembros de la sociedad civil se preguntaron cómo el gobierno abordará la crisis sanitaria. El COVID-19 forma un desafío enorme para un país que ya se encontraba en una crisis económica y política: enormes deudas en el extranjero y la caída del precio del petróleo ponen a Ecuador en una posición especialmente vulnerable. 

La sociedad civil y el parlamento incitaron al gobierno a que pospusiera el previsto reembolso de las deudas en marzo 2020, para poder gastar más dinero en el sistema de salud. El gobierno ecuatoriano reembolsó al final un importe de 325 millones de dólares el 24 de marzo. Los acreedores más importantes son el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y China. Este reembolso provocó muchas críticas, porque para muchos queda claro que el gobierno actual de Moreno no considera la salud de sus ciudadanos como su prioridad. Después de muchas negociaciones entre Ecuador y los acreedores, llegaron al acuerdo de posponer el pago de las otras deudas. Además, se solicitó ayuda financiera en el FMI para hacer frente a la actual crisis sanitaria.  

La caída del precio de petróleo causó daños suplementarios en la economía nacional ya inestable, que depende mayormente de la exportación de petróleo. El sector recibió golpes duros los últimos meses. La crisis sanitaria por el COVID-19, la caída en la demanda del petróleo y el subsecuente conflicto entre Arabia Saudita y Rusia, causaron la caída del precio del petróleo global, y esto generó un golpe duro para todos los países exportadores del petróleo, incluso Ecuador.

A esto siguió un acontecimiento histórico: el 20 de abril 2020 el precio del petróleo del WTI estadounidense (West Texas Intermediate) cayó hasta – $37 por barril, un precio por debajo de cero. La WTI sirve como punto de referencia para el precio del petróleo en Ecuador, donde la misma tendencia se produjo. Este precio negativo se puede explicar por la baja demanda de petróleo y la falta de espacio para almacenar los barriles de petróleo.  

Foto: Epidemia por el coronavirus en Guayaquil (Foto © Ivan Castaneira)

Derrame de petróleo en el norte del Amazonas

Además de la caída del precio del petróleo, la industria petrolera recibió un golpe duro por el enorme impacto ecológico. El 7 de abril 2020 – en medio de la crisis del coronavirus – un derrame de petróleo causó daños graves en la parte norte del Amazonas de Ecuador, más concretamente en la frontera con las provincias Napo y Sucumbios. 

El derrame fue causado por la fractura de varios oleoductos, incluido SOTE (Sistema de Oleoducto Transecuatoriano), OCP (Oleoducto de Crudos Pesados) y el Poliducto Shushufindi-Quito. La fractura se produjo después de la erosión en el río Coca, resultando en el hundimiento del suelo y la caída de presión en las tuberías.  

Las empresas Petroecuador y OCP comunicaron inmediatamente la suspensión temporal de la producción de petróleo. Ahora, un mes después, esperan empezar a producir de nuevo, a pesar de que no se han tomado medidas claras para remediar los daños causados por el derrame. 

Foto: Derrame de petróleo en las provincias del norte del Amazonas ecuatoriano (Foto: campaña #DerrameCrudoAmazonía)

La zona donde se produjo el derrame es considerada como una región de alto riesgo. Organizaciones ambientales como Acción Ecológica y expertos en geología ya alertaron  durante la construcción de los oleoductos de las posibles consecuencias ecológicas y sociales. La ruta del derrame no sólo discurre por el volcán activo Reventador sino también a lo largo de tres parques nacionales protegidos (Cayambe Coca, Sumaco Napo Gelaras en Yasuni). También el impacto social del derrame es significativo: el derrame cruza centros de población y no sólo contaminó el río Coca sino también sus ramas laterales, por lo que más de 35.000 personas se quedan sin agua limpia. Un desastre que llega en el peor momento posible, en medio de la coronacrisis.

Minería en tiempos del coronavirus

Como respuesta a la actual crisis económica y sanitaria, el sector minero en Ecuador se propuso como el posible rescate de esta precaria situación. En comparación con la larga historia del sector petrolero, la minería sigue siendo una industria relativamente nueva en Ecuador, aunque su impacto social y ecológico es similar al del sector petrolero. 

Aunque el gobierno tomó medidas severas para proteger la salud pública a mediados de marzo, las reglas de la cuarentena no parecen aplicarse a todo el mundo. Las compañías mineras que operan en Ecuador, comunicaron que suspendieron temporalmente sus actividades a causa del brote de COVID-19. En la práctica, sin embargo, el trabajo continuó como de costumbre.

Además, el sector minero abusó de las medidas de cuarentena para obtener el material para una mayor exploración o explotación en su terreno. Esto ocurrió en diferentes lugares del país. En la provincia Pichincha y más concretamente en la región de Pacto (DMQ), una compañía minera abusó la situación de urgencia el 16 de marzo para entrar con camiones y instalar máquinas. Estos acontecimientos no habrían sido posibles en circunstancias normales, ya que habrían encontrado resistencia por parte de la población local.

Foto: Instalación de maquinaria minera durante las primeras medidas para el coronavirus en Pacto, situado en el noreste del Distro Metropolitano de Quito (DMQ), conocido por su gran biodiversidad (Foto: campaña #QUITOsinMINERÍA)

Las compañías mineras y petroleras en Ecuador son consideradas como sectores estratégicos y por lo tanto recibieron ‘carta blanca’ para poder seguir operando. Surgieron muchas críticas porque las empresas ponen en peligro a las comunidades locales e indígenas de esta manera. Según MiningWatch Canada los campos de minas forman, a pesar de las medidas actuales, un gran riesgo para la mayor propagación del coronavirus. Las regiones de minería son muchas veces aisladas de adecuadas instalaciones médicas y tienen menos acceso al agua potable. Así, la comunidad indígena Shuar informó que la presencia de las compañías mineras en las provincias meridionales del Ecuador les coloca en una posición muy vulnerable.

Los dos proyectos más grandes del país, Fruta del Norte (la minería de oro) y El Mirador (la minería de carbón), que oficialmente empezaron en 2019 con la excavación y la producción del oro y cobre, han reducido su número de empleados en el sitio a más de la mitad. Las autoridades locales en la provincia Zamora Chinchipe, donde se sitúan los proyectos, habían pedido una suspensión temporal de la producción para reducir el transporte y el movimiento dentro y fuera del sitio. El Mirador siguió esta llamada y mientras tanto decidió centrarse en la construcción de una segunda presa residual (‘Tundayme’) para almacenar residuos químicos. Una vez que se levanten las medidas de la corona, El Mirador volverá a aumentar su producción en su totalidad.

Foto: 'El Mirador’ proyecto en la presa residual ‘Quimi’ (a la derecha), la segunda presa residual ‘Tundayme’ está en construcción por el momento (Foto: CATAPA vzw)

El reciente colapso de la industria petrolera en Ecuador suscita dudas sobre la excesiva dependencia de las materias primas crudas y la rígida adhesión a las fuentes de energía no renovables y finitas. También existe una preocupación entre las organizaciones ambientales por el rápido crecimiento del sector minero, que promete sacar a la nación de la crisis pero, al igual que la industria petrolera, está causando enormes daños a las comunidades locales y al medio ambiente.

Lea más sobre cómo la crisis sanitaria de COVID-19 está afectando a Perú, desde los primeros Diez días de cuarentena hasta la situación actual en la Amazonia peruana.

Hacia una cadena de suministro de las TIC más justa – El caso de Bolivia

Hacia una cadena de suministro de las TIC más justa

Misión de investigación y reconocimiento en Oruro, Bolivia. En relación con el proyecto “Make ICT Fair” (Hagamos las TIC Justas)

Informe ejecutivo también diponible en Inglés, Neerlandés y Francés.

Informe ejecutivo

Debido a la escasez de literatura dedicada a las cadenas de suministro de metales al margen aquella sobre su comercio, la investigación de CATAPA acerca de la minería polimetálica en Bolivia ha tenido por objeto revelar los actores y procesos subnacionales, nacionales y transnacionales involucrados en la actividad minera. Se ha realizado una investigación de campo en el departamento de Oruro (Bolivia). Los resultados de esta investigación proporcionan elementos para evaluar las implicaciones locales de la industria global de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). Esto ha ayudado a crear una definición específica acerca de lo que « Making ICT Fair » (Hagamos las TIC Justas) podría significar en cada una de las fases de la cadena de suministro, elaborando un marco en el que se determinan cuáles son los problemas laborales, comunitarios, medioambientales y legales involucrados en el contexto objetivo.

En Oruro (Bolivia), la cadena de suministro de estaño, plata, plomo y zinc – metales necesarios para la fabricación, entre otras cosas, de los dispositivos producidos por la industria electrónica – engloba a múltiples actores. Antes de la exportación, los minerales son extraídos aquí principalmente por cooperativas mineras (junto con minas estatales y minas privadas a pequeña y gran escala), y vendidas a empresas comercializadoras locales, que a su vez se convierten en los primeros proveedores de estos metales en la cadena de suministro internacional. Después, los minerales de la mena extraída son concentrados. El estaño es fundido por una de las dos fundiciones industriales ubicadas en Oruro para luego ser exportado, en forma de lingote, principalmente a los EE.UU. y los Países Bajos.  Los concentrados de plata, plomo y zinc son directamente exportados a plantas metalúrgicas de Asia (Corea del Sur, China y Japón) y Europa (Bélgica, Países Bajos y España).

Las investigaciones fueron realizadas desde la fase de extracción, procesamiento y fundición, hasta la exportación. Los casos de estudio proporcionan ejemplos concretos de seis cooperativas mineras, algunos proveedores locales, la fundidora estatal y los principales comercializadores internacionales activos en la zona. Esta investigación ha mostrado cuáles son las consecuencias derivadas de la falta de estándares de calidad obligatorios con criterios sociales y medioambientales, los cuales podrían ser aplicados en las etapas adecuadas a las empresas al momento de realizar la compra de estos metales. También se ha mostrado la ausencia de criterios de trazabilidad que permitan enlazar los diferentes actores y así posibilitar una «responsabilidad social» por parte de los compradores respecto a los actores locales.

Pintura mural en las paredes de una antigua fundición de estaño en Oruro (Bolivia) © Silke Ronsse / CATAPA

Evaluando las implicaciones de la minería en Oruro:

La misión de reconocimiento tuvo por objeto la obtención de datos acerca de los impactos producidos por la minería en las distintas fases de la cadena de suministro. 

 

Condiciones de salud y seguridad precarias en las minas

La singularidad de Oruro viene determinada por el importante papel que juegan las cooperativas de pequeña escala en la economía minera local de Bolivia, ya que esta forma de minería involucra a gran parte de los trabajadores de la región. Estas cooperativas son de hecho un sistema de «auto explotación», ya que no tienen un contacto directo con las compañías que compran sus minerales. Si el marco cooperativista implica cierta libertad para los trabajadores (quienes se supone que son socios cooperativistas), éste también conlleva que las operaciones se realicen de forma muy tradicional. Por ejemplo, el trabajo manual sigue siendo predominante a pesar del incremento de la mecanización llevada a cabo en la última década.

En la etapa de extracción, los trabajadores cooperativistas sufren condiciones de salud y seguridad irresponsables, destacando el limitado número de respiradores disponibles, lo que supone la aparición de numerosos casos de silicosis (también conocida como “enfermedad de mina”, causada por el polvo de sílice en los pulmones).

Los cooperativistas trabajando en los procesos de concentración del mineral se ven afectados por el uso incontrolado de sustancias tóxicas como el xantato, el cianuro y el queroseno, que causan directamente irritación de ojos y efectos a largo plazo en el sistema nervioso y en los órganos internos. El contacto directo con ácidos y metales pesados, así como una exposición excesiva al sol y al polvo, causan trastornos de salud y enfermedades cutáneas.

Otro de los problemas principales en las actividades mineras locales es la falta de una planificación a largo plazo. Debido a que los mineros expanden de las sub galerías, la falta de información disponible puede llevar a la aparición de situaciones de peligro como el acceso a áreas que previamente habían sido designadas como zonas prohibidas. 

Contenedor minero para carga junto a la entrada de la mina de Morococala (Oruro, Bolivia) © Silke Ronsse / CATAPA

Poniendo en peligro la soberanía alimentaria y la biodiversidad de los ecosistemas

A pesar de las leyes para la protección de «La Madre Tierra» existentes en Bolivia y del requisito, para la mayoría de los casos, de tener que obtener una licencia ambiental previa a la extracción mineras, todas las actividades de minería implican severos daños medioambientales. Los principales impactos son: el agua ácida generada por la mina, la polución del residuo minero en el aire y  la descarga de productos químicos utilizados en los procesos de concentración en los cuerpos de agua (un pH por debajo de 3 es habitual en los cursos de agua alrededor de las áreas mineras). 

Las explotaciones mineras tienen un grave impacto en las zonas agrícolas cercanas y aguas abajo. Con frecuencia los agricultores se ven forzados a convertirse en mineros debido a estas consecuencias medioambientales, ya que sus tierras quedan demasiado contaminadas. Es difícil calcular la totalidad del impacto generado en el ecosistema por las muchas explotaciones mineras e igualmente difícil de remediar.

Una situación particularmente precaria para la mujer

Las mujeres en la minería cooperativista de Oruro son mayoritariamente viudas, que han perdido a sus maridos en actividades mineras o relacionadas, o madres solteras con hijos. Su ingreso en la sociedad cooperativa está restringido debido a que el ingreso de una mujer en la mina está tradicionalmente asociado a atraer la mala suerte en la mina. Por ello, ellas trabajan principalmente en los alrededores escogiendo y picando descartes de roca o en áreas con menores posibilidades de ingresos.

Los ingresos de los mineros dependen de su suerte: o bien encuentran minerales con mena rica en metales o no lo hacen. Muchas mujeres trabajan informalmente, incluso fuera del marco cooperativista. Sin seguro médico ni fondo de pensiones. Generalmente son los principales cuidadores de sus familias, por lo tanto, las mujeres casi siempre llevan la doble carga del trabajo productivo y reproductivo.

Mujer lixiviando estaño de colas mineras en Machacamarca (Oruro, Bolivia) © Isabella Szukits / Südwind

Consecuencias para las generaciones venideras

El deterioro medioambiental causado por las actividades mineras conlleva un impacto en las actividades de agrícolas, haciendo que en muchas zonas sean imposibles los cultivos, la ganadería o la pesca. Esto ha  llevado a la migración de las comunidades agropecuarias hacia las zonas mineras y las ciudades.

El modelo cooperativo hace que sea difícil crear un sistema de gestión sostenible en las minas. La perspectiva a corto plazo crea incertidumbre sobre los ingresos de los mineros, especialmente en los períodos de precios bajos, aunque esta incertidumbre también se debe a que los minerales que extraen no son ilimitados. 

Debido al bajo precio de los metales, las cooperativas pueden encontrar dificultades a la hora de invertir mejorar la productividad de la mina a través de la implementación de maquinaria, ingeniería y la exploración de futuras venas de mineral. Las empresas comercializadoras internacionales se benefician de su posición oligárquica usando estrategias para reducir injustamente el precio de los minerales desde el origen, una estrategia que afecta directamente en las cooperativas – el eslabón más débil de la cadena de comercio internacional, teniendo que afrontar pérdidas como resultado.

Calle principal de Japo (Oruro, Bolivia) © Silke Ronsse / CATAPA

Hagamos las TIC Justas en Oruro: un marco a múltiple escala

 

Situación compleja para Bolivia en el respeto de los derechos humanos en peligro

Las investigaciones llevadas a cabo en Oruro han mostrado la necesidad de aumentar la concienciación a nivel estatal acerca de las violaciones de derechos humanos producidas en las zonas mineras, con el objetivo de conseguir así una mejora de sus condiciones. Esto es necesario para poder conseguir recursos y personal supervisor que pueda garantizar la aplicación de las leyes para la protección de «La Madre Tierra» y de las distintas regulaciones medioambientales, al igual que para el monitoreo de los derechos humanos en relación a los estándares sociales, laborales y de seguridad. 

Bolivia ha ratificado diferentes instrumentos internacionales acerca de los derechos humanos como la Declaración universal de derechos humanos, la cual exige a todos los estados firmantes a proporcionar « condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo » (Artículo 23) así como el « derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia (…) » y el derecho a la seguridad en caso de « (…) pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad » (Artículo 25 . 1). 

El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ICESCR) de la OIT compromete a los estados a garantizar desde el año 1976 « condiciones laborales seguras y saludables (Artículo 7 ii b), así como el « el máximo estándar de salud alcanzable » (Artículo 12 i).

La Convención Americana sobre Derechos Humanos (también llamada Pacto de San José) también proporciona protección a los mineros bolivianos, que prevé el derecho a unas condiciones laborales justas, equitativas y satisfactorias (Artículo 7), así como el derecho a la salud (Artículo 10).

Salida de agua ácida en la superficie de las galerías de Japo (Oruro, Bolivia) © Silke Ronsse / CATAPA

Necesidad del monitoreo de criterios justos y responsables en el mercado internacional

El mercado internacional de concentrados de zinc-plata-plomo de Oruro está dominado por un pequeño grupo de compañías internacionales que importan y revenden o funden estos minerales: Korea Zinc, Trafigura y Glencore. Incluso aunque estas compañías no estén legalmente vinculadas a los tratados sobre derechos humanos mencionados más arriba, son las principales partes interesadas dentro de la cadena y deben tomar responsabilidad por las violaciones de derechos mediante un controlado cumplimiento de los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de las Naciones Unidas y la Guía sobre la Debida Diligencia de la OCDE para unas Cadenas de Suministro Responsables.

El seguimiento de las cadenas de suministro es pretende crear un marco de trabajo responsable en las relaciones entre las compañías globales y sus diferentes proveedores, como parte de la creciente demanda de responsabilidad social de las corporaciones transnacionales. Esto significaría, en lo que se refiere a las cadenas de suministro, que los minerales que sean extraídos incumpliendo los estándares sociales y medioambientales mínimos ya no serían utilizados dentro del mercado internacional.  

La Guía de Debida Diligencia de la OCDE para Cadenas de Suministro Responsables de Minerales en las Áreas de Conflicto o de Alto Riesgo, define específicamente la « Debida Diligencia »  como un « proceso continuo, proactivo y reactivo mediante el que las compañías pueden asegurar el respeto a los derechos humanos y ayudarles en el cumplimiento del derecho internacional ».

Los « Riesgos » son definidos en relación a los impactos potenciales adversos en las operaciones de las compañías, que resultan de su propia actividad o de su relación con terceros, lo que incluye a los proveedores y a otras entidades presentes en su cadena de suministro. Esta amplia perspectiva significa que las empresas comercializadoras internacionales están obligadas a respetar esta debida diligencia en relación con todas las partes implicadas en la cadena de suministro, incluyendo a los trabajadores de las cooperativas mineras.

Fundición de estaño - Empresa Metalúrgica Vinto (Oruro, Bolivia) © Silke Ronsse / CATAPA

Llamada a la acción internacional

Hacer las TIC justas requeriría que las empresas internacionales comercializadoras de metales vinculadas a Oruro siguiesen una serie de pasos para la debida diligencia tal y como se exige en la Guía:

  • Identificar las circunstancias objetivas involucradas en la extracción, transporte, manipulación, comercialización, procesamiento, fundición, refinamiento y  aleación y manufactura de los productos.
  • Identificar y valorar cualquier riesgo actual o potencial evaluando las condiciones objetivas frente a los estándares establecidos en las cadenas de suministro de las compañías.
  • Prevenir o mitigar los riesgos identificados, adoptando e implementando un plan de gestión de riesgos que pueda derivar tanto en la decisión de continuar con el comercio esforzándose en mitigar el riesgo, suspender temporalmente el comercio mientras se intenta mitigar el riesgo, o desvincularse de un proveedor tras los intentos fallidos de mitigación o cuando la compañía considere que la mitigación no es factible o que los riesgos sean inaceptables.

Para poder obtener unos resultados favorables para los actores locales, las distintas partes interesadas de la cadena de suministro deben convertirse en colaboradores dentro de un nuevo marco monitoreado, donde las instituciones públicas tienen que tener el rol de promotor y controlador de las diferentes iniciativas.

Tanto las cooperativas como los proveedores locales han mostrado un claro interés por un sistema monitoreado con el objetivo de mejorar la gestión de la cadena de suministro, lo cual supone un punto de partida para ser optimista acerca del desarrollo de un sector de las TIC justo y responsable, el cual necesitaría incluir: 

  • Establecer un precio justo para los metales en base a un salario mínimo justo para los mineros, y no según los costes de producción de las empresas fundidoras.
  • Aplicación de las leyes nacionales así como los estándares internacionales relativos a la gestión medioambiental, para evitar, al menos de aquí en adelante, la infiltración de los metales pesados en el suelo.
  • Inversión en marcos multilaterales o colaborativos para apoyar las distintas alternativas locales a la minería, pudiendo revitalizar y diversificar las economías locales dañadas.

Traducido por: Javier Núñez Corbal

 

Lea a continuación el informe completo.

Mines & Territory – Abril 2020

Mines & Territory – Edición de Abril 2020

Las noticias vienen y van. Con las redes sociales como el medio principal de las organizaciones Colombianas de la sociedad civil para que sus historias sean escuchadas, una historia puede ir viral un día y perderse en la información masiva al siguiente. Minas & Territorio tiene como objetivo registrar y compartir estas historias durante más tiempo que solo un hilo viral. Mines & Territory recopila los eventos más notables que se han producido el mes pasado en relación con asuntos extractivistas en Colombia y los resume en inglés para que la información sea accesible para cualquier persona interesada y cree conciencia internacional de las realidades eco-socio actuales en Colombia.

Colección, resumen, traducción y edición por Jonas Adriaensens, Daniela Marques, Yoline De Mol, Karlijn Van Den Broeck y Dayana Corzo.

Open Min(e)d International Speakers Tour 2020 – An Overview

Open Min(e)d International Speakers Tour 2020 – An overview

The extraction of life, gold and oil

We at CATAPA look back with pride at the 11th edition of the Open Min(e)d International Speakers Tour: the extraction of life, gold and oil. Hong Kong based speaker Lap Hang Au zoomed in on the unnessaccary poor labor conditions for workers in ICT factories in China. Yefferson Rojas Arango took us to Colombia and told us of his experience fighting the extraction of gold, a basic resource in all our ICT products, in his own hometown. And lastly, Antonella Calle Avilés put the ecological and social consequences in the spotlight of the extraction of oil in Ecuador.

Over the course of one week these three highly inspirational people toured through Flanders sharing their experiences with young and old, during fun events and interesting guest lectures they reached up to 1100 people with their stories!

Our week started at Breakfast with a Rebel, where Antonella was one of six rebels people could sit down with at the breakfast table. Over coffee and delicious vegetarian food she talked about extractivism and feminism.

Breakfast with a Rebel room 2020

Antonella was present at the very first edition of GEC Talks at the Gentian Ecological Centre, together with two other strong woman telling inspiring stories about gender equality and environmental justice.

Crowd of the first edition of GEC Talks

Antonella, Yefferson and Au taught their guest lectures at KU Leuven, the University of Ghent, Arteveldehogeschool, HoGent, VIVES Brugge, the University of Antwerp and the Electronic Institute ELEC. Addressing classes of sociology, ethics, cultural history, social work, business management and many more. By the end of the week Corona countermeasures restricted our ability to visit the schools, but luckily we found creative online solutions for a couple of the lectures.

Guest speaker Lap Hang Au in one of the university guest lectures

Our guest speaker Au even reached the Flemish Parliament at a conference on the  Green Transition, by giving a presentation on the working conditions in Chinese factories where batteries for electric cars are made. He also was the keynote speaker during a webinar in a series directed to big buyers of ICT organised by the Fair ICT Flanders project.

Lap Hang Au presenting about his research on lit-ion batteries at the

All three speakers attended the network workshop Internationalisation of the Extractivism Struggle, exchanging experiences, tips and tricks on how to create sustainable and international alliances.

 

Au, Antonella and Yefferson at the

CATAPA is grateful for our amazing guest speakers, who were so motivated to share their stories, for their strength and determination in relation to their fight, for protesting against large companies which give too little voice to local communities and workers. This is why CATAPA organizes the Open Min(e)d tour every year, to say aloud what should have been recognized years ago and which despite today’s means of communication remains too discreet. Thanks to the help of our many Catapistas, it is possible each year to open the eyes of Flemish citizens, continue to learn that there are many alternative ways of consuming. So that together we may change.

Covid-19 in the Peruvian Amazon: Challenges for the most vulnerable communities of Loreto

Covid-19 in the Peruvian Amazon: Challenges for the most vulnerable communities of Loreto

Author: Mirna Fernández

 

If there is one thing which the Covid-19-outbreak has brought to the surface in a very clear way, it is the existing global inequalities. To which extent communities are able to withstand the crisis, depends a lot of their access to healthcare, sanitation and food systems.

The reality in the region of Loreto, located in the Peruvian Amazon, shows that this pandemic and its socioeconomic implications will pose severe threats to some of its most vulnerable communities.

An already collapsed Health Care System

When the first positive cases of the coronavirus were confirmed in Loreto, the hospitals were already close to collapsing. The Peruvian Health Minister, Victor Zamora, announced that Loreto was facing two “big problems” at the same time: Coronavirus and Dengue.

Before the arrival of Covid-19 the region of Loreto was victim of one of the worst episodes of a dengue epidemic in the history of the region. According to the National Center for Epidemiology, Prevention and Control of Diseases (CNE), only in the first 3 months of 2020, the number of cases of dengue in Peru reached 8 times the amount of cases compared to the same period last year. Loreto has reported the biggest number of cases, with 3,925 in total, which is 31 times higher than the same period last year. This was already a heavy burden for the weak regional health care system. In the hospitals, few beds were available for the many patients that needed to be covered by mosquito nets to prevent the spread of the disease to other patients in the hospitals.   

Patients with dengue with mosquito nets to avoid the spread of the disease. Photo: DIRESA Loreto

The Covid-19 outbreak disrupted Loreto, as the region doesn’t have enough beds ready to use in Intensive Care Units (ICU). The Regional Hospital of Loreto – the biggest and most equipped hospital of Loreto – has only 12 ICU beds for Covid-19 patients, of which 10 are already in use. The other hospitals in the region all together have only 9 extra ICU beds and all of them are in use already by non Covid-19 patients. This should cover a population of 884 000 inhabitants. Belgium, in comparison, has a population of 11.46 million inhabitants and 1864 ICU beds, of which 785 remain free for future patients needing Intensive Care. The fact that only 2 ICU beds remain free for the whole region of Loreto is a hard reality check.

While the pandemic is spreading in the region, everyday we hear reports from health personnel dropping out due to a lack of protective equipment. A hospital called ESSALUD had to close temporarily when 4 health workers were tested positive, and improvised health centres had to be put in place to continue the medical attention for its patients. The president of the Medical Federation of Loreto, María Huilca Chambi, pointed out the lack of biosecurity for the personnel taking the samples for Covid-19 testing. “We are putting our lives at risk”, she said.

Loreto is currently the region with the fourth highest amount of most positive cases in Peru, with 619 to date. This is the result of 2876 tests performed in the region since the beginning of the outbreak, according to the official government data. There is an obvious lack of tests, labs and equipment for the personnel’s health, which did not improve much since the beginning of the outbreak. This raises questions about the credibility and transparency of the local authorities.  

Increasing food prices

Loreto does not have a diversified agricultural production, due to the hard conditions that the Amazon ecosystem poses on peasants. With mainly poor, infertile soil where crops are often suffering from erosion due to heavy rains and from different plagues, only a limited variety of crops can survive. Therefore, the region needs to import massive amounts of food, especially vegetables, from other regions of Peru.

The transportation of imported food is especially complicated for Loreto. Its main city, Iquitos, which has about one million inhabitants, is the only major city in Peru that is not accessible by road. The imported food from other regions needs to arrive either by air or by ground transportation until Yurimaguas, and from there by boat for more than 3 days. The regional food supplies reach Iquitos by boat, coming from local communities settled on the river sides.  

Family agriculture produces 70% of the food supplies that are consumed in Peru. In many cases, this means that the surplus food production of small families is sent to other regions by means of passengers’ transport, which is now prohibited by the State of Emergency. The cargo transport of food supplies is allowed, and people working in the food supply sector are officially allowed to pass by regularly. However, to obtain the necessary permits with the National Police, you would need to provide certain certifications that many small producers don’t have.

Therefore, if prices of basic food in the region have increased, it is directly linked with the State of Emergency declared by the government of Peru and its transport restrictions. Basic fresh food items like eggs, potatoes, tomatoes, bananas and onions have doubled in price since the beginning of the lockdown.

Speculation is another cause of increasing food prices. There was a wave of panic among the inhabitants of the country, especially during the first days of the lockdown, so the markets and stores were wiped out of some products. The resulting demand in turn increases the prices. While the Peruvian government is trying to send positive messages to the population ensuring that there will not be a shortage of food supplies, the outcome is nonetheless that the prices of some products might take a while to stabilize after the panic-buying.

There are also very strict and inconvenient rules put in place during the State of Emergency regarding groceries shopping. In Iquitos, markets start business around 5 am and the police force the vendors to start closing by 9:30 am. The result is a major assembly of people trying to buy their food in the very early hours of the morning, which absolutely poses more risks for mass contagion.

Belen market early in the morning during the state of emergency. Photo: Luis Rodriguez

Threats to Indigenous Peoples and Native Communities

There is no national action plan for Covid-19 focused on Indigenous Peoples, despite the demands from the largest national indigenous organization, Aidesep, and the regional organization of indigenous federations, Orpio. They demand the participation of indigenous peoples’ representatives in the planning and implementation of measures to avoid scenarios of mass contagion in the indigenous communities.

Indigenous peoples’ organizations from Loreto such as Fediquep, Feconacor, Opikafpe and Acodecospat have proposed sanitation protocols to be urgently implemented, but they are still waiting for a response from the government. Loreto compasses more than 24% of the Amazon indigenous population in Peru according to the latest national census. It is the region with the most indigenous communities in the country, which count about 1200. But in most of these communities, health posts have a shortage of supplies, even more so during this sanitary crisis.

There is only one lab in the region that can process the Covid-19 molecular tests: it is located in Iquitos. The Regional Health Director, Percy Minaya León, mentioned that his main concern is the population in remote areas and close to international borders, which includes indigenous and native communities. In these areas, the health care personnel that takes samples for example in Santa Rosa o Caballococha (near the borders with Colombia and Brasil), must travel by boat on the Amazon river for more than 12 hours and then go back to the lab in Iquitos with the samples for testing. There are not enough tests, nor enough personnel to cover these areas appropriately in terms of Covid-19 testing.

Out of fear of getting infected by the virus, several native communities took the decision to block all entrances to their territories in order to isolate themselves. They prefer not to receive any donation rather than exposing themselves to possible infection. However, not everybody is respecting their decision. There are unscrupulous merchants, hostile public officials, rapporteurs, illegal loggers and miners, uninformed military and police, and other outsiders who do not understand that their decision falls within their right to self-determination and is valid and well-founded. 

Communities block the access to their territories. Photo: Agencia Andina

There are many basic needs which lack coverage for indigenous peoples in the Peruvian Amazon, now representing major obstacles for their wellbeing during this health crisis. According to the census for native communities conducted in 2017, only 9,8% of the indigenous population in the Amazon has access to the Internet, where they could consult the most recent prevention and protection measures. Moreover, only 25,8% of these communities have access to a public drinking water system, complicating washing hands to prevent infections.

To overcome this crisis, the national and regional governments have a huge amount of work to do, especially in these remote areas, to avoid the worst-case scenarios, in which the most vulnerable communities become infected on large scale. After the crisis it will be necessary to evaluate to which extent the government failed to meet the needs of the indigenous population during this pandemic.

You can also read more about the COVID-19 situation in Peru in our other blog post Caning, arrests and social issues: Ten days of quarantine in Peru.

Diez días de cuarentena en Perú

Golpes de palo, aprisionamientos y preguntas sociales 

Diez días de cuarentena en Perú

Autora: MAXIME DEGROOTE

DESCARGO:

Este artículo fue escrito el 25 de marzo, después de los primeros diez días de cuarentena en Perú. Ahora, después de ya seis semanas de cuarentena, muchas cosas han cambiado, y se conoce mucha información nueva. Para empezar, el Gobierno peruano anunció hace dos semanas que quería llegar a un número de 12.000 pruebas del COVID-19 por día, lo cual alcanzaron esta semana y ya están haciendo. Hasta ahora, 27.517 resultados fueron positivos. 728 Personas han muerto por el COVID-19 en el Perú hasta ahora. Pasó mucho tiempo antes de que el virus llegó a Cajamarca, pero ahora hay 127 casos confirmados aquí. En todo el país, 3.765 pacientes están en el hospital, 545 de ellos están en cuidados intensivos. El Gobierno está preparando más y más camas en cuidados intensivos y está comprando y fabricando más ventiladores, que estarán listos esta semana. Según las cifras oficiales, ahora hay 719 camas exclusivamente para pacientes con coronavirus en cuidados intensivos. Entonces, ahora solo quedan 164 camas disponibles en todo el país.

La cuarentena que primero duraría solo dos semanas, ya se extendió dos veces y lo más probable es que se extienda nuevamente. El Gobierno ahora está evaluando si se pueden levantar algunas medidas a partir de la próxima semana, ya que la cuarentena todavía trae muchas preguntas y problemas. La semana pasada el Ministerio de Mujeres y Poblaciones Vulnerables ya tenía registrado 125 casos de violación y 14.222 casos de violencia doméstica durante la cuarentena. Nueve mujeres fueron asesinadas en sus propios hogares en menos de seis semanas. Existen serios problemas económicos, ya que el 42 por ciento de los habitantes del Perú no tiene ingresos, y muchos todavía no han recibido la ayuda correspondiente del Gobierno. Las clases han comenzado nuevamente en línea y a través de canales de TV y radio, aunque no todas las familias tienen acceso a ellos. Todavía no hay solución para los pueblos indígenas. ¿Y cómo es que se les permite a los mineros viajar a sus hogares en medio de la cuarentena, pero miles de peruanos siguen varados lejos de sus hogares sin ayuda? Muchos peruanos se encontraron lejos de casa cuando la cuarentena comenzó, y todavía no han podido regresar a casa. Varios grupos de personas comenzaron a caminar distancias extremadamente largas para llegar a casa, simplemente porque no tienen los recursos para poder quedarse donde están durante tanto tiempo. Más de 30.000 personas ya se registraron para el transporte humanitario de Lima a Cajamarca. El Gobierno de Cajamarca ofrece transporte a hasta 600 personas. ¿Cómo eliges quién puede irse a casa?

Perú hizo muy bien en responder tan rápido a la crisis y al declarar la cuarentena nacional. Pero todavía hay muchos, muchos problemas por resolver, y eso no podemos olvidar. Esperemos que pronto surjan más soluciones.

El lunes pasado comenzó la segunda semana de cuarentena en Perú. ¿Qué significa una cuarentena en un país como el Perú?

Escaparnos unos días en una casita de madera en el bosque, escaparnos por un momento, aislado del mundo, del mundo loco que ahora nos parece más incomprensible que nunca. Y cuando, después de unos días, queríamos entrar a este mundo de nuevo, se cerró ante de nosotros. Perú está en cuarentena. Un país entero, y ya casi un mundo entero, está en cuarentena.

Militares vigilan las calles para que nadie salga de su casa. © Edgard Bazán

Historias de terror de corona

Desde ya un buen momento, el coronavirus tiene capturado a todo el mundo. De cada conversación en las últimas semanas surge una nueva historia de terror de corona. Cifres de muertos difíciles a entender, a creer, nos persiguen en cada momento. Lo que lo hace parecer más surreal todavía, por lo más real que sea. Porque real, lo es. Es demasiado real. Y poco a poco pasamos por cada fase.

En general, Perú lo tomó muy en serio.

Negación – porque esto no será más grave que la epidemia anual de gripe. Duda – ya parece que se está circulando muy rápido. Ansiedad – se está acercando cada vez más y las medidas son cada vez más drásticas. Ira – ¿por qué tanta gente aún no lo toma en serio?

En general, Perú se lo tomó muy en serio. Pasamos unos días en nuestro cabin in the woods, como lo llamábamos bromeando. Un par de días lejos de la locura del coronavirus que aún no entendíamos y que todavía parecía estar tan lejos. Y de pronto ese domingo, en el carro regresando a la ciudad, te vuelve la señal y el presidente del país está declarando en vivo en la televisión que todo el Perú estará en cuarentena.

‘A dónde?’, pregunta el amigo que está manejando el carro, ‘¿Dónde te dejo? ¿Dónde vas a pasar las semanas que vienen? Porque donde bajes del carro, ahí te quedaras.’

Y aquí estamos.

Pánico

El domingo 15 de marzo, el Perú recibió la noticia. Ese lunes todos tuvieron una última oportunidad de desplazamiento, antes de la prohibición del transporte nacional e internacional a partir de medianoche. Las fronteras cerradas. Todo cerrado. Solo los supermercados y otras tiendas alimentarias, hospitales, farmacias y bancos permanecen accesibles.

Ese lunes el pánico surgió. ¿Porque qué significa una cuarentena en un país sin algún sistema de seguridad social?

El presidente prometió dar 380 soles (más o menos 100 euros) a cada familia sin suficientes recursos para vivir estos 15 días sin trabajo. ¿Pero cuáles familias? ¿Cómo elegirán? ¿Cómo va llegar ese dinero en sus manos? ¿Cuándo exactamente lo tendrán? Las preguntas, junto a la preocupación, surgieron.

Un día sin trabajo es igual a un día sin comida.

Para una noticia de esos 380 soles se tenía que esperar una semana entera. Crearon un sitio web donde se puede aplicar para recibir ese dinero. El mismo día unas personas designadas fueron a las comunidades a buscar las familias con dificultades financieras. Recién una semana después. Ya se puede imaginar la preocupación del país.

Y con razón. Perú no es Bélgica, donde la mayoría de la gente puede trabajar desde su casa sin problemas. Perú es un país donde más de 70 por ciento de la populación trabaja en sectores informales; donde la mayor parte de la gente depende de su ingreso diario para garantizar comida para la familia. Para ellos, un día sin trabajo es igual a un día sin comida.

¿Y qué hacemos con aquellos que no son peruanos, pero viven aquí? Cada día veo el collar que tengo puesto que me hicieron mis dos amigas venezolanas. ¿Y ellas? ¿Qué pasará con los miles de venezolanos en el Perú que no pueden contar con ningún tipo de ayudo?

Los mercados y negocios de alimento permanecen abiertos. © Edgard Bazán

Caos

Ese primer lunes los mercados estaban repletos de pánico y de gente. Se cogía lo que se podía coger, y corría. Los vendedores cayeron en el pánico y subían los precios; hasta el doble, o incluso el triple. Las policías que tenían que guardar la paz y arrestar los ladrones, ya estaban arrestando los vendedores que subían los precios. Y, así, el caos creció.

Hacer cola durante tres horas para comprar huevos, y finalmente escuchar que ya no hay. Los empleadores que no creen en la cuarentena y te esperan de toda manera en el trabajo. Las compañías de buses que continúan a vender boletos, pero donde la policía viene al momento de ida para cerrar todo.

Los turistas que no comprenden lo que pasa y regresan a sus hostales confundidos, donde a veces les rechazan. Porque el coronavirus viene de Europa, ¿no es cierto?

Y yo, queriendo utilizar las últimas opciones de viaje en la noche. Desplazamientos permanecían posibles hasta medianoche, pero no llego a más de media cuadra en mi bicicleta hasta encontrar a los militares. Ahí están, unos quince, bloqueando el camino. La cuarentena es cosa seria.

Apresamiento

El segundo día podemos ver ya más claramente la gravedad de la situación. El martes la ronda campesina sale a vigilar las calles en el norte del país. La guardia civil. Empezamos a entender la gravedad de la situación en Cajamarca, donde las rondas se hacen respetar mucho más que la policía. El estado de emergencia que está declarado trae recuerdos a la época de las protestas contra el proyecto minero Conga, cuando varios murieron.

Mis vecinos están detenidos por jugar futbol en el parque.

El miércoles comenzó el toque de queda. Entre las 8 de la noche y las 5 de la mañana nadie puede salir, por ninguna razón. A el que sale le detienen.

El día siguiente las redes sociales están llenas de videos de las primeras violaciones del toque de queda. Un hombre que quiere sacar la basura y unos segundos después se encuentra rodeado de cinco vehículos policiales. Se lo llevan a la comisaria. Otro hombre que está detenido y salta del vehículo de policía, lo que causa toda una persecución. Otro que quiere pasear a su perrito y lo detienen a apenas un metro de su puerta – con toda una reclamación de la mujer, por llevar al perrito, no por el esposo.

De repente todos mis vecinos están detenidos por jugar futbol en el parque. Nos reímos, pero la cuarentena no es un chiste. La cuarentena es cosa seria.

Y la cuarentena debe ser cosa seria. En todo el Perú hay solo 250 camas en los cuidados intensivos. 250. Y, ahora, mira al nombre de casos que ya tenemos. En el Perú ese número ya está en 480. Siete personas ya fallecieron en solo un par de días.

Y esto solo es el comienzo. Ahora es el momento de hacer algo. El Perú no va a poder cargar una crisis como en Italia o España. Pero, en realidad, ¿quién puede?

La policía y los militares controlan aquellos que salen de sus casas. © Edgard Bazán

No hospitales

Y, entonces, el Perú tomo, como primer país de todo América Latina, medidas duras. Y, pues, si, da miedo ver a militares, policías y campesinos con palos marchando por las calles. Si, da miedo de escuchar las historias del pasado y ver cómo los ciudadanos están perdiendo cada vez más derechos, y como vamos más y más en esa misma dirección.

Pero da más miedo darse cuenta de que aquí en Cajamarca no hay ni un hospital que podrá salvar un caso de corona en el último momento. Y que para recibir el ayuda respiratorio hay que viajar por lo menos siete horas hacia la costa. Da miedo que en este momento solo hay 50 ventiladores en todo el país; y que lo más probable es que todos estén en uso al fin de esta semana.

Da miedo saber que hemos tenido que llamar el número de emergencia del coronavirus para mi amiga que ya lleva tres semanas enferma, solo para que nos digan que ‘esto significaría que entonces ya serían tres semanas que está con el coronavirus y en tanto tiempo ya debería haber muerta, así que no debe preocuparse’. ¿Entiendo que la línea de emergencia esta sobrecargado, pero en qué momento entonces si te tomarán en serio? ¿Cuándo te hacen entonces la prueba?

La Amazonia tiene el número más alto de casos de dengue de la historia del país.

Da miedo darse cuenta de que la Amazonia está enfrentado el mayor número de casos de dengue jamás visto en la historia del país. Ni una cama estará libre para el primer caso del coronavirus necesitando cuidado intensivo en la región.

Da miedo darse cuenta de los miles de pacientes de tuberculosis que hay en el Perú. Si ellos atrapan el coronavirus, no sobrevivirán.

Y también da miedo ver que más de 18 000 personas ya fueron detenidos por ignorar las medidas de cuarentena y salir a la calle mientras que el virus se difunde.

 

Preguntas y problemas

La cuarentena es cosa seria, la cuarentena es necesaria. El Perú tomó una buena decisión. Pero al mismo tiempo la cuarentena lleva con ella un montón de preguntas y problemas. Y no solo se tratan del lado económico.

Para cincuenta por ciento de las mujeres y chicas en el país, la casa es el lugar menos seguro para pasar su tiempo y el lugar donde están más expuestas a la violación de género y el abuso sexual. En Arequipa ya hubo el primer feminicidio desde el comienzo de la cuarentena. Apenas pasó una semana para que una mujer será apuñalada por su novio, en su casa. Dos declaraciones de violación – de una niña de solo 4 años y una de 14 – ya han sido recibidos en la comisaria. Sucedidas en sus propias casas.

¿Confinamiento obligatorio con tu violador, te imaginas?

Durante esta última semana, el número de emergencia del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables recibió 2500 llamadas y 208 reclamaciones. 38 mujeres ya han sido desplazadas a un centro de refugio. Prolongar la cuarentena complicará bastantes vidas. ¿Confinamiento obligatorio con tu violador, te imaginas?

Propias reglas

Pero la cuarentena también nos lleva abuso de poder, discriminación y corrupción.

Algunos policías parecen haber implementado sus propias reglas y obligan por ejemplo a la gente a cerrar las ventanas o incluso apagar las luces después de las ocho de la noche. Amenazan con un orden de disparar. Otros detienen a cualquier persona en la calle, porque ¿cómo vas a probar que de verdad estás en camino al supermercado o que recién saliste de tu casa hace solo medio minuto?

Y a otros les des un poco de dinero y con placer te hacen una excepción. ¿Cuantos policías aceptaron un billete cuando un conocido viajo durante siete horas regresando a Cajamarca el séptimo día de la cuarentena?

Y no olvidemos el video del capitán del ejército. En vez de llevarle a un joven que no respetaba el toque de queda a la comisaria, le dio unos fuertes golpes de palo. Al hombre mismo le sacaron de su servicio, aunque el capitán de por todos lados recibió apoyo. De esa manera les enseñan a los militares a servir a su país, de manera dura. Un militar no es igual a un policía, dicen, y eso nos toca entender.

¿Entonces tenemos que aceptarlo nomás? ¿Tenemos que tolerar ese tipo de agresión? ¿Tenemos que esperarnos a más de esto? ¿Y por qué vemos tanta diferencia en la manera de detener en barrios donde hay más dinero, como por ejemplo en Miraflores en Lima, comparecido con este joven? ¿Por qué las mujeres están tratadas distintas que los hombres? ¿Por qué a mí no me controlan fuera del supermercado, pero la mujer local a lado de mi la detienen al instante? ¿Cómo vamos a hacer frente a este tipo de discriminación?

Calles vacías en el centro de Cajamarca. © Edgard Bazán

Bus de la muerte

¿Y qué pasa con los congresistas que se dan la prioridad a sí mismos y a sus familiares para viajar en un vuelo humanitario de Lima a Cusco? Ese vuelo servía para el regreso de familias vulnerables que se encontraron varadas en Lima. ¿Quién les dio el derecho a esos congresistas de ocupar estos asientos tan necesitados?

No hay que sorprenderse que la gente del Perú se haya vuelto alerta entonces. Y que el autobús que apareció a solo unas pocas horas de Cajamarca durante la noche de jueves a viernes, se notó de manera inmediatamente. Unos ciudadanos vigilantes difundieron fotos y videos en las redes sociales, y todo Cajamarca podía trazar el camino del bus por internet. El misterioso bus de la muerte se estaba acercando. ¿Quién estaba adentro? ¿De dónde venía? ¿Y cuántos casos de corona traería?

El bus vino de Moquegua, del sur del país, y ya había recorrido 2000 kilómetros, 35 – 40 horas por todo el país. ¿Cómo es posible que un bus puede recorrer 2000 kilómetros en plena cuarentena? ¿Cómo es posible que nadie durante las cuarenta horas ha hecho parar a este bus, mientras que yo ni llego hasta la esquina de mi calle en bicicleta? ¿Y quién estaba a bordo?

A bordo del bus habían 32 pasajeros. 32 mineros. Ahí tenemos la respuesta. El bus tenía permiso. Y así los 32 pasajeros que han cruzado todo el país entraron Cajamarca, donde en ese momento todavía no había ni un caso del coronavirus confirmado. Pánico.

¿Cómo, entonces, sobrevivimos una cuarentena sin extraer cobre? Obviamente extremadamente esencial, la minería.

Pero al bus se le permitió venir. El martes una noticia oficial del Ministerio de Economía ya nos informó que se harían excepciones para actividades esenciales durante la cuarentena nacional. ¿Y cómo, entonces, sobrevivimos una cuarentena sin extraer cobre? Obviamente extremadamente esencial, la minería.

Interés minera e infracciones

Con eso llegaron las especulaciones. ¿El estado de emergencia será declarado en favor de los intereses mineras? ¿Cómo es que nadie en el país está permitido trabajar, pero las empresas mineras continúan como si nada hubiera pasado? ¿No es una forma de discriminación? El viernes, el presidente Vizcarra declaró que no aceptarían ninguna presión de un grupo con alguna importancia en la sociedad.

En su declaración el presidente dijo que algunas actividades mineras pasan en lugares remotos donde los trabajadores se encuentran lejos de otras personas. Nadie es capaz de entrar ni salir de ahí. Dado que estas actividades pasan en aislamiento total están permitidas seguir.

Pero la partida de trabajadores, como el grupo que viajo de Moquegua hasta el norte del país, eso va en contra de las medidas y no es permitido.

¿Pero es solo esto lo que va en contra de las medidas? ¿Los desplazamientos interprovinciales? ¿Y qué pasa con los cientos de camiones que diariamente transporten minerales entre diferentes regiones? ¿Qué debe hacer la populación rural en los alrededores de las actividades mineras? ¿Y los trabajadores que hacen un desplazamiento de hasta más de dos horas, para llegar a la mina y regresar? Ahora ya no parece tan aislado como dicen.

La salud primero

En el sur del país la empresa minera fue denunciado por los trabajadores mineros mismos, así como por las comunidades alrededor de los proyectos mineros Las Bambas, Antapaccay y Shougan. Las empresas continúan a trabajar de la misma manera: no aislados y no solo las actividades esenciales. Todo normal, las 24 horas del día. Si eso no es una infracción de las medidas…

El gobierno peruano debe poner la salud de su pueblo antes del interés personal, siempre.

El gobierno peruano debe poner la salud de sus habitantes por encima de los intereses personales, siempre. Dejar viajar a buses por todo el Perú para poder seguir con los trabajos mineros en plena cuarentena no debería ser prioridad. Sí, es importante que todos los mineros también pueden regresar a casa y pasar la cuarentena ahí. Pero es otra cosa dejarlos irse (y regresar) después del inicio de la cuarentena, solo para poder terminar los trabajos.

La salud primero. Durante esta primera semana de cuarentena, tres jóvenes viajaron más de treinta horas de Arequipa a Cajamarca, de manera ilegal, doblados en cajas de cartón en un camión. Llegando a Cajamarca, sus familiares los impidieron el acceso a sus propios hogares, para protegerse a ellos y a los demás. ¿Si los ciudadanos pueden proteger las medidas tan seriamente, por qué no puede el estado? El estado no debería permitir la continuación de actividades mineras. O por lo menos deberían asegurar que ellas pasan en un verdadero aislamiento; que ni los trabajadores, ni los que viven a su alrededor – el grupo más vulnerable de la población – están en peligro.

Quedarse

Las comunidades mismas han cerrado el acceso hacia ellos ahora. Las calles están tranquilas. Todos los días la policía atrapa a miles de ciudadanos desobedientes, pero al mismo tiempo más y más personas son conscientes de la importancia de la cuarentena.

El Perú reaccionó, y de manera rápida. Parece como si el mundo paró de dar vueltas, pero no es así. El mundo no paró, nosotros paramos. Y por un momento más, nos quedamos así. Nos quedamos quietos y conscientes.

Nos quedamos en casa.

A Review of the ICT Supply Chain from the Doculatino Film Festival 2019

The ICT Supply Chain from the Doculatino Film Festival 2019:

What is inside your smartphone, where does it come from and where does it end up?

Our Catapista Hernán Manrique wrote the following interesting and critical piece about the ICT supply Chain of electronic devices, by analysing and reviewing the three documentaries from our last Doculatino Film Festival.

Introduction

During October and November of last year, CATAPA organized the Doculatino Film Festival. Held in the cities of Ghent, Antwerp, Brussels and Leuven, this edition of the festival was part of the Make Information and Communications Technology (ICT) fair European campaign, whose goal is to achieve a more transparent and fair ICT supply chain.

The documentaries showed various insights into the globalized ICT supply chain of some of our favourite devices. The first documentary, Minga (2019), directed by Damien Charles and Pauline Dutron, takes us into a journey through Latin America where it shows some of the major environmental conflicts between local communities and multinational mining companies. Death by Design (2016), directed by Sue Williams, explores how employees from the ICT supply chain work in unsafe environments where they come into touch with toxic substances during the production and assemblage of computers, smartphones, etc. Finally, The E-Waste Tragedy (2014), directed by Cosima Dannoritzer, reveals what happens with our electronic devices once we stop using them, showing that whether we recycle them or not, they reproduce vicious patterns of toxic waste disposal in developing countries.

©IrisMaertens

This review intends to discuss some insights on poorly known aspects of the ICT supply chain, as well as to introduce some alternative scenarios as portrayed in the documentaries.

Let’s try to answer some questions

Did you know that your smartphone resembles a mine of precious minerals and rare elements? It might seem odd, but each smarthphone contains at least 60 different minerals, such as cobalt, lithium, gold, copper, and so on and so forth, that are extracted from all over the world. Such variety is so large that, according to the Geological Society of the United Kingdom, the average smartphone uses 75 out of the 81 elements in the period table.

Extracting these materials at the large-scale needed for the ever growing ICT demand is a daunting challenge that requires millions in investments. Companies are always exploring new areas where to find these materials that allow the permanent interconnection of our digital economy. However, as with many other things, there is a very different picture at the other side of the coin.

©IrisMaertens

What are the social and environmental costs of mining in developing countries? Scientists from all disciplines have continuously shown the large social and environmental damages produced during mineral extraction. Are they inevitable? That is hard to tell, but what we know is that efforts to regulate mineral extraction are rarely enough and its accountability differs widely from one corner of the world to another. Environmental and labor safety regulations in poor and developing countries are usually sacrificed to the laissez-faire of free markets. For this reason, developing countries with plenty of mineral resources have sometimes been signaled as being ‘cursed’ by such abundance. Having said this, now let’s see how our three documentaries can help us to understand how such ‘curse’ works.

Minga presents some of the major struggles from various communities in Latin America against mining extraction. At these first stages of the ICT supply chain, rentier states seek to encourage extractive industries to invest in their national territories through various stimulus, such as low environmental and social regulations, financial incentives, etc. In many cases, governments portray such investments as a promise of modernity for rural communities near mining concessions that are depicted as ‘pre-modern’ or ‘left behind’. However, both environmental and social externalities affect the livelihoods of people from these areas. Heavy metal pollution, respiratory diseases, decreasing outputs in agriculture, etc. are some of the main consequences of inadequately environmental regulations in the mining sector.

For these reasons, it shouldn’t be a surprise that various communities near mining zones have risen up against extraction. Among many other cases, Minga shows one of the greatest conflicts against gold mining in Peru: Conga. This case became infamously known due to the agressions from part of the Yanacocha company and the Peruvian security forces against Maxima Acuña Chaupe (Goldman Environmental Prize 2016), a peasant woman from the Andean region of Cajamarca who refused to sell her land to Yanacocha. However, despite gaining global recognition in environmentalist circles for her defence of water sources, her life is still in danger. Maxima’s case is not an atypical story; hundreds of persons have lost their lives for opposing the extractive industries. Several cases from extractive localities in the Global South show that sometimes the rush for obtaining these precious minerals and rare elements needed for our devices privileges profit over life and the environment.

After extraction, minerals travel a long way to finally reach the facilities where, after several transformations, they are turned into key pieces of our ICT devices. Death by design takes us on a journey from mid 1970’s and 1980’s California to contemporary Shenzen in China to reveal what happens behind the scenes of this billion dollar industry.

Electronics and semiconductors necessary for personal computers require a large use of toxic chemicals, such as sulphuric acid, hydrazine sulphate, etc. Some decades ago, these products were mainly produced in the United States. However, in the midst of what would be later known as Silicon Valley, the increasing number of ill workers due to the exposure to such chemicals led to hundreds of lawsuits against some of the major ICT companies of the time. Not only there were accused of causing severe illnesses, such as brain cancer, breast cancer, etc. but also of polluting underground waters by storing chemicals below ground. After thousands of petitions, the Environmental Protection Agency from the United States obliged major ICT companies to clean up sites they contaminated.

However, this was only a partial triumph. Given that since the 1980s companies have enjoyed more flexible legislations to relocate their investments elsewhere, they decided to go abroad. Heavier environmental regulations in the United States led to a massive search for free-regulations areas across the world. It’s in this way that Shenzhen in China became the main hub for this industry. With inadequate labor regulations, companies could operate at a much rapid scale and with less concern for workers. Soon outsourcing would become the rule. With almost no labor rights and high production quotas established by ICT companies, outsourced workers became increasingly exploited. Death by design shows some of the consequences of such lax regulations. These include several accidents in the plants, disastrous explosions and fires in assembling facilities and even suicides during working hours.

Finally, the E-waste tragedy traces the path that electronic devices follow after we stop using them. Why would this be a tragedy? The documentary cleverly starts by portraying the dumping sites where they end up in Africa where the massive accumulation of toxic e-waste poses great environmental and public health problems for developing countries that import developed countries’ waste. But how did all this e-waste end up there?

 This is exactly the challenging question that the E-waste tragedy seeks to respond. E-waste trafficking is a criminal activity that involves millions of dollars. According to the experts interviewed in the documentary, despite EU regulations to prevent e-waste trafficking, more than 65% of these products never reach an official recycling plant and less than 1% of mobile phones are recycled in Europe. Thus, most e-waste is not recycled, but sold to the black market, where it is later exported through the main European ports.

But there is more. Once ICT devices end up in African dumping sites, large groups of people, especially children, dismantle smartphones and others electronics with their bare hands in search not just of screens and batteries but also of small electronic pieces, such as buzzers, transistors, capacitors, etc. After collecting some considerable amounts of electronics, these are later sold to brokers. This situation is similar in surrounding areas of Shenzhen, where Chinese workers use rudimentary and toxic methods to identify valuable electronic pieces from old devices. These products are then refurbished before getting into circulation once again. Again where? In China.

Screening of the documentary "Minga" in Brussels.

But how do these old devices (of which many of them were supposed to be recycled) and their small parts get their way into China? E-waste trafficking has Hong Kong as one of its main routes to enter China. The port of Hong Kong, one of the largest in the world, is a free port with low customs regulations. With more than 63,000 containers arriving everyday, Hong Kong represents a privileged entrance into the Chinese market. Indeed, it has been estimated that 36,000 e-waste containers enter China through Hong Kong every year. After arriving, most of the e-waste, once refurbished and repaired, find their way into Shenzhen, which is strategically located a few kilometers from there. Finally, all these different electronic devices and their small parts are offered as new in Shenzhen, where once bought they travel to new destinations to be sold and resold again and again.

Main lessons from Doculatino and steps further

The three documentaries screened in Doculatino show a reality that is hard to deny. The ICT supply chain involves several formal regulations and decent jobs around the world while at the same time it also allows the advancement of groundbreaking technologies that are changing the world. However, all this progress is also accompanied by more negative issues, such as conflicts, environmental pollution, child labor, e-waste trafficking, etc. We might not be aware of such problems, because most of them occur far away from the comfort of our homes. And that is exactly one of the main concerns that these documentaries point out: even without knowing it, we might be contributing to some of these hazards that affect thousands or even millions of lives around the globe.

What can you do?

Inform yourself about how ethical your devices are: There are several websites with relevant information on the provenance, labour conditions, and other characteristics of our devices. You can find some of them in the following links:

Make sure to hand your old devices to certified recycling operators: Recycling is not as easy as it sounds. Some companies offering to recycle for free might actually be part of E-waste trafficking networks. Don’t forget that most of EU’s e-waste is never recycled, but rather trafficked. Here you can find some useful links:

Think twice before buying a new electronic device: Instead of reproducing the vicious cycle that most electronic devices follow as seen in these documentaries, repairing your devices can be a much better option. It’s cheaper, it’s easier and it’s much more sustainable. Here you can find some links that show you where to repair your devices (you will be surprised that even some of them encourage to do it yourself!):

Think circular: If you want a more fair and sustainable future, it’s about time to start thinking circular!

Author: HERNÁN MANRIQUE LÓPEZ